Hilary FRANCIS (ed.). A Nicaraguan Excepcionalism? Debating the Legacy of the Sandinista Revolution. London: Institute of Latin American Studies, 2020. 187 pp. ISBN: 978-1-908857-57-6.

El libro que se reseña es una obra editada cuyo origen fue un encuentro realizado en el Institute of Latin American Studies de la Universidad de Londres durante el mes de marzo de 2015 para debatir sobre el «excepcionalismo nicaragüense». Es obvio que desde la fecha de la celebración del workshop hasta la publicación de la obra han trascurrido cinco años que han sido muy relevantes para el devenir del país analizado, destacando las «contestadas» elecciones generales de 2016 y, sobre todo, las protestas de 2018 contra las medidas del gobierno de Ortega y la posterior represión desencadenada por el régimen. Pero eso no significa que el libro no tenga en cuenta estos últimos eventos, pues tanto la introducción como el primer capítulo señalan la deriva política de Nicaragua después de los eventos de 2018 y la represión desencadenada, aunque sí es preciso señalar que el espíritu del volumen editado quizás sería otro si el encuentro se hubiera celebrado a partir de la segunda mitad del año 2018.

Pero, más allá de la coyuntura actual, el volumen editado supone una aportación relevante al estudio de la política nicaragüense contemporánea al compilar contribuciones de nueve académicos especialistas en el país en diversos ámbitos de la vida política, con un énfasis notable en los «estudios de caso locales» y en las políticas relacionadas con la realidad del mundo rural.

Respecto a las políticas agrarias, el libro aporta un capítulo sobre las medidas de seguridad alimentaria –elaborado por Christiane Berth–, y otro sobre la reforma agraria y su legado –de José Luis Rocha–; y respecto a estudios de caso con interés en las vidas y percepciones de la gente común cabe señalar un capítulo sobre el conflicto entre «liberales» y «sandinistas» en comunidades rurales del interior del país –escrito por la editora del volumen–, otro sobre las dinámicas de autoridad en diversas Comunidades Eclesiales de Base –de David Cooper–. El resto de los capítulos, por otro lado, hacen referencia a temas más «macro» como son las relaciones internacionales de Nicaragua y su vinculación con la Unión Soviética durante los años de la revolución y con Rusia y los países del ALBA durante la última década; la naturaleza de las fuerzas y políticas de seguridad a partir de la revolución; las políticas de género y derechos respecto del colectivo feminista y LGTBIQ, y, finalmente, sobre los significados que adquirió (y ha ido adquiriendo) el término de «revolución». Al final de estas ocho contribuciones Justin Wolfe escribe un apartado de conclusiones en el que expone la excepcionalidad de la experiencia social y política nicaragüense y de sus revoluciones –en plural–.

Al ser un libro con múltiples autores no solo hay una tesis, sino muchas y cada una de ellas vinculadas al tema tratado, sin embargo, es posible afirmar que los colaboradores y, sobre todo, la editora y la autora de las conclusiones comparten algunas «ideas-fuerza». En mi opinión hay cuatro «ideas-fuerza» que son las siguientes. La primera es que Nicaragua, gracias a la naturaleza de su Policía y fuerzas de seguridad, ha podido escapar de la «epidemia de crimen y delito» presente en los vecinos países del Triángulo Norte (El Salvador, Honduras y Nicaragua). La segunda es que debido al legado –físico-infraestructural, simbólico y orgánico– de la revolución el FSLN ha vuelto al poder con un programa hegemónico que, a pesar de sus déficits autoritarios, ha respondido a algunas necesidades de la población y ha generado ciertos consensos (hasta 2018), si bien en el tema de políticas de género ha sufrido un retroceso espectacular. La tercera es que el país es mucho más que el «eje» Managua-Masaya-Pacífico Sur y que para comprender su realidad es necesario enfocarse en el mundo rural, tanto a nivel productivo como a nivel de sociabilidad. Y la cuarta y última es que, fruto de su singular itinerario político, Nicaragua ha sido uno de los pocos países del hemisferio ha tenido una estrecha relación con la URSS y con los gobiernos comunistas durante los años ochenta y, desde 2007, con los que fue el ALBA.

De todo lo expuesto solo me resta celebrar la aparición de una obra como esta, tanto por la calidad de sus escritos, como por la necesidad de reflexionar sobre el caso, siempre singular y excepcional, de Nicaragua. Excepcionalidad que también se está experimentando en la forma en que su gobierno hace frente a la pandemia del Covid-19.

Salvador MARTÍ I PUIG

Universitat de Girona